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Ante la inseguridad de conseguir algo, está la certeza de intentarlo.
Olavide no envidiaba a nadie. Tenía sueños propios. Él se nutría de las luces ilustradas que le sostenían, haciendo de su amor propio un modo de vivir, no una meta… La realidad, ese baño de esencias aromáticas que necesitamos para que la inmundicia no se instale en nuestra piel. Olavide, simplemente Olavide...
... una vida apasionante. |

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