1

 

Preludio… y último deseo

El día en que yo abandone la Tierra,
el día en que mi cuerpo muera,
que en la tierra lo enterraran
yo quisiera.

Mi sepultura.
Un pequeño lugar
sencillo y humilde
yo quisiera que fuera.

Quisiera yo que fuera
un simple montón de tierra,
con una pequeña piedra.
Una piedra, en la cual dijera:
Aquí yace un cuerpo de esta vida.
Simplemente, ¡eso yo quisiera!

También yo quisiera
que la muerte de mi cuerpo
nadie la llorara,
ni ¡tampoco sintiera! 

Porque yo sé
que mi alma, abandonará esta Tierra.
Y pasará a gozar
de la plena eternidad.

Eternidad, en la cual no existe
más que la entera felicidad.
Felicidad y libertad.
Libertad, para gozar 
de la plena felicidad.

Por eso…
No me sintáis,
no me lloréis
cuando mi cuerpo y mi alma
digan, de este mundo me voy.

No me lloréis
no me sintáis
porque yo sé, que vosotros
conmigo estaréis.
Y lo sé que estaréis,
porque siempre me recordaréis.

Al igual que vosotros,
en mi eternidad, 
¡conmigo viviréis!

Recordad…

No lo sintáis,
ni tampoco me lloréis.
Porque desde donde mi yo vaya,
mi ayuda espiritual,
¡vosotros!, siempre recibiréis.

*****

Nuestro hogar

Quiero otra casa; 
huérfana de legítimas en derecho,
 y distinta. 
Con otro aroma.

Sí; 
de tu olor y sabor, 
de mi olor y sabor.
De aroma naciente 
conformado a dos.

Un aroma por venir 
lleno de esencias; 
sólo nuestras.

¡Único aroma!
de nuestro hogar 
que esta etapa de la vida
¡nos pide comenzar!

*****

2

 

El país de las Españas

Miserable país de las Españas.
De gobernanza ejercida por sátrapas 
con su insaciable corte de pirañas.

Triste tierra que no a todos da las papas. 
Amartillando a quien sufre, tantas y tantas patrañas,
en la profundidad de sus entrañas.

Maldito tu sistema que día a día a tantos atrapas,
en eternas esperas,
que tú, patria muerta, engañas.

Con tus banderas, 
que solo son simbologías ahuecadas. 
Meros trapos, que a los vientos destapas.

Miserable país de las Españas, 
por qué tanto y tanto, tapas…
con esos trapos de colores traicionas.

Que en vez de justicia: tú apañas.
Sí: solo a tus gentes guapas.
Que de los comunes: ni los acompañas.

¡Miserable país de las Españas!

*****

Conocían la física

Química: sí, no…
¿Amarrará el amor?
¡Ay!, puesta de sol.

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Jaén

Santo Reino, capital, 
fingida corona blanca 
sobre pinado verde 
y pedregoso gris, 
absorbido en la gran paleta del plateado olivar.

Miro al cielo, 
de claros celestes, 
y me quieres confundir 
con un Jaén pastel 
de irradiado brillo que no es.

Lagarto de leyenda buscando asombrar, 
con un pestilente aroma, que baja a raudal, 
arrastrando mi mundo de chiquillo, 
¡queriéndome engañar!

*****

¿PUEDO AYUDARTE?¿PUEDO AYUDARTE?